David Pablos. Apelar a la imaginación

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Recientemente nos reunimos con David Pablos, con el propósito de platicar sobre las películas que ha dirigido y del material que está preparando para su siguiente rodaje. Nos dio algunas pistas respecto a las sorpresas para este año, entre ellas la adaptación de El baile de los 41, ese famoso evento del porfiriato donde el 42 era uno de los yernos del presidente, jefe del Ejecutivo que tuvo que intervenir en forma indirecta ante la policía para que no se hicieran públicos los criticables e inmorales –voz de la época-, gustos sexuales de su familiar político. El rodaje de esta película comenzará en fecha próxima, siendo la primera que dirigirá en escenarios de la Ciudad de México. También tiene un proyecto a mediano plazo, para hacer una adaptación en formato de serie de la novela Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. A todo ello le sumará Paso del norte y lo que vaya saliendo en el camino.

Tu manera de contar historias apela a la imaginación, buscando algo siempre. Sobre esta base, ¿qué aprendizaje hubo en tu trabajo titulado La vida después?

Sí, claro, siempre se anda en busca de algo y eso se plantea a partir del proyecto en específico. No diría que yo tengo una búsqueda concreta a seguir, y que por lo mismo cada proyecto se vuelve un pretexto para esa búsqueda, estilística o cinematográfica. Por el contrario, parto de la esencia de cada proyecto, y cada proyecto va dictando la forma. La esencia implica lograr que el espectador reciba la historia de la mejor manera posible; implica cómo quiero afectar al espectador; implica cómo quiero que se sienta la historia, es decir no sólo que se cuente, sino que se sienta la historia. A partir de esta búsqueda se define toda la parte formal de la película.

       En el caso del trabajo a que aludes, las decisiones fueron justo las opuestas a las que tomé para Las elegidas, pues quería encerrarme en el mundo de los personajes. Estábamos filmando en Sonora –gran parte de la película se hizo en dicho estado-, donde había paisajes espectaculares y vistas muy bellas. Decidimos usar lentes largos, sacar todo de foco, de manera que la película se volviera un tanto claustrofóbica. De hecho, la película es borrosa en el sentido literal, donde los primeros planos y los personajes lo son todo, mientras que el fondo desaparece. Con Las elegidas fue lo contrario; ahí usamos lentes más angulares, pues nos permitía resaltar la importancia de todo: los rostros, el paisaje y los espacios interiores. Considero que la sensación de cada película es muy distinta, aunque quizá las dos tengan un fuerte elemento de claustrofobia. Más allá de esto, La vida después tiene cierto estatismo, lo cual al paso del tiempo me genera sentimientos encontrados. Supongo que siempre pasa eso, y que con los años uno toma decisiones diferentes. No es que me arrepienta, pero ahora lo haría distinto. En suma, haría muchas cosas en forma diferente.

Hay un elemento importante en tu cine: haces que el silencio hable. ¿Cómo defines esta característica?

Tal vez esto viene desde mi formación, en donde se nos incitaba a tratar de narrar lo mayor posible en imagen, y no tanto en diálogo. Es algo que en mí resonó muy fuerte, y hasta el momento me gusta la idea de contar lo mayor posible a través de la imagen, con personajes que mientras menos digan, mejor. Obviamente, se trata de un gusto muy personal. Creo que gran parte del cine que consumí siendo estudiante, y que por lo tanto me formó y terminó siendo esencial para mí, fue ese cine donde se contaba a través de imágenes. Pienso mucho en Hitchcock –que es uno de mis favoritos-, al que he visto una y otra vez porque creo que sus películas son una gran clase magistral. Decía él que lo ideal del cine consistía en ver una película sin sonido, y entenderla. Así me ocurre a mí con sus filmes, pues es contundente con sus imágenes y muy claro con los beats dramáticos. ¿Te has fijado cómo se mueve la cámara en escena, y cómo describe los hechos que suceden en la escena? Otro de mis directores favoritos es Bergman, quien se distingue por un cine muy silencioso y de clara apuesta al rostro humano, a todo lo que puede decir el rostro. De hecho, sus momentos de silencio y sus close ups me emocionan mucho. Concluyo entonces que, en lo personal, prefiero menos diálogos.

¿Cómo es tu acercamiento con los personajes?

Por lo general me gusta imaginar la película entera antes de filmarla; pero también me gusta descubrir a los personajes en sets, actores y locaciones. Creo que todo ello implica riquezas y posibilidades únicas. Sobre esta base, no hay una respuesta absoluta, pues las variables dependen de la circunstancia, de la escena y de infinidad de otras cosas.

¿Cómo fue la aproximación al tema de Las elegidas y el trabajo con no actores?

Primero, investigar y entender cómo se mueve ese mundo, cómo son las personas que están involucradas en el negocio de la trata. No es únicamente el definir la psicología de los padrotes, de los tratantes, sino también la de la víctima, e incluso de la víctima que se vuelve victimaria. A partir de eso, escribir, imaginar y reescribir esta ficción. Por supuesto, como no estaba haciendo un documental, me tomé la libertad de crear mis personajes de acuerdo a una realidad que conozco, que me es cercana, y es por eso que decidí filmarla en Tijuana. Abordé el tema con absoluto respeto, dejando de lado cualquier elemento tendencioso, y más el de violencia gráfica. Creo que fue una de las decisiones más afortunadas, de acuerdo a la respuesta del público asistente, quien agradecía mi propuesta. Aclaro no obstante, que eso no quitó lo incómodo, lo violento y lo fuerte del tema.

Cuando sale a buscar a sus víctimas, Ulises es como un cazador. ¿Cómo se trabajó este personaje?

Mi referencia fueron los chicos reales que son padrotes. Normalmente empiezan a esa edad, a los trece o catorce años, enamorando a jovencitas para meterlas al mundo de la prostitución. El personaje surge de eso, de investigar a chicos reales que, según dicen muchas jovencitas, eran los que las engañaban y las metían en la trata. Dichas investigaciones nos llevaron a la figura del padrote: cómo se manejan, cómo son sus familias, cómo se mueven todos los involucrados, tanto hombres como mujeres, en una red que atrae, explota y engaña. Así surge el personaje, a partir de todas estas referencias. Me interesaba sobre todo hablar de esta temática a partir de los jóvenes, porque son los principales afectados. Por ende, sabía el tipo de cara que buscaba, sabía el tipo de joven que buscaba, y ello facilitó encontrar al actor con las características afines a mi personaje.

Tu labor como director ¿es como la de un escultor que va moldeando a sus personajes?

Sí, pero en etapas distintas. Yo diría que el trabajo de moldear termina por ser mucho más del actor que del director. En la primera etapa yo creo que sí moldeamos nosotros, porque en la etapa de la escritura planteamos todo, definiendo a los personajes. Luego, mediante un casting el director busca que esas características esenciales estén vivas en el actor, para que el personaje funcione; pero después, ya es el actor el que consolida al personaje en cuestión.

Has trabajado mucho sobre Tijuana. ¿A qué obedece ese interés? Acaso intentas definir la personalidad de ese lugar? Mi pregunta viene a colación por los videos que realizaste para la banda White Lies.

Lo que me asombra de Tijuana es su diversidad, en todos los aspectos: cultural, social, político, racial. Es una ciudad con mucha personalidad, capaz de albergar múltiples realidades de innumerables contradicciones. Tiene mucho de Estados Unidos y mucho de México, pero por lo mismo no termina de ser ni de un lado ni de otro. No obstante, es una ciudad viva, efervescente y apasionada. De ahí viene mi amor por ella, porque yo crecí allí y no deja de impresionarme. Como no deja de reinventarse, al paso de los años voy y siempre encuentro una Tijuana distinta, en constante movimiento.

       En Las Elegidas retraté parte de la ciudad con un resultado alentador, lo cual provocó su inclusión en los videos de White Lies, banda con la que me involucré de manera fortuita. Te comento al respecto: el manager de la banda, Nathan McGough, vio con su novia Las Elegidas, en Netflix. Le gustó. Después de ahí, Nathan, que es un loco maravilloso, me buscó, sin mayores referencias. Escribió un correo a Canana en estos términos: “quiero contactar a David Pablos, quiero decirle que me gustaría que hiciera un video para mi banda.” La gente de Canana me reenvió el correo. Más tarde entramos en contacto con la gente que lleva la promoción de la banda, y se consolidó la relación. Nathan propuso que hiciéramos el video en Los Ángeles o en México. Sin embargo le propuse Tijuana con base en su gusto por la película. Para entonces, Harry, el vocalista de la banda, vivía en San Francisco, de manera que le era muy fácil volar a San Diego, para de ahí cruzar la frontera y listo. Le pareció bien, y enseguida me mandaron la canción que iba a ser el primer sencillo (Take it out on me).

       Cuando les mandé la propuesta de lo que sería el video, la aprobaron de inmediato y así se dio. Debido a que les gustó la experiencia del primer video, de inmediato me propusieron hacer el segundo. Con el tiempo, vinieron los otros dos videos de la nueva producción. Les volví a proponer Tijuana, lo cual les gustó. En parte, la banda quería repetir Tijuana porque Harry, el vocalista, se enamoró de la ciudad. Fue como una revelación, algo le movió y le impactó de manera muy profunda, lo que provocó que en todas partes hablara maravillas de la ciudad. Charles y Jack, los otros integrantes de la banda, se quedaron con la curiosidad de conocer Tijuana, ver aquello que le había impactado tanto a Harry. Fue un poco por eso que el último video también lo hicimos ahí, de manera que “Tokyo” es Tijuana.

       No sé si volvamos a hacer otro trabajo semejante, pero yo creo que hay una relación afectiva con ellos. Son personas bien preparadas, cultas, leídas, sencillas y empáticas. Cuando vinieron a Tijuana, Charles, el bajista, se compró varios rollos fotográficos de 35 milímetros, pues quería recorrer la ciudad y registrar todo aquello de su interés.

¿Qué proyectos hay?

Estoy preparando una película que comenzaremos a filmar pronto: “El baile de los cuarenta y uno.” Resulta que en 1901 la policía irrumpió en una fiesta privada, deteniendo a cuarenta y dos hombres, la mitad de ellos vestidos de mujer. Llegaron a la cárcel 41, ya que el sujeto restante gozó de la protección y el olvido oficial, debido a que se trataba del yerno de Porfirio Díaz –eso dijeron las malas lenguas-. De semejante temática tratará la película, siendo además la primera que rodaré en la Ciudad de México.

       Después de ello me involucraré en el proyecto Paso del norte y de una serie a mediano plazo, mismo que consiste en la adaptación de la obra Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño.

@davpablos

Fotografía: Armenui Avakian

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