El Chilangoscopio

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El Chilangoscopio

Javier Sáez Castán.
Ediciones Tecolote, 2017

Erik Fonseca

La Ciudad de México se reinventa cada día, cada hora. El bache que ayer no existía, hoy nació; el “viene-viene” que la semana pasada te pedía cooperación voluntaria, hoy te cobra con tabulador; el trayecto que hace un mes hacías en treinta minutos, hoy lo haces en dos horas. Evolucionamos e involucionamos a la par. Somos creadores, testigos y mártires de sus apocalipsis.

       Quien sufre la ciudad, es porque no ha sabido apreciarla en su conjunto, ni en detalles. Pero, ¿quién conoce la ciudad en su totalidad? Ni el taxista más aventajado, ni el policía de tránsito más veterano. Si usted pretexta no tener ni tiempo, ni paciencia, ni falta de miedo para conocer la ciudad, no se aflija, para usted fue hecho El Chilangoscopio, que más que un libro, es un “aparato para mirar la Ciudad de México”, como lo describe su autor, Javier Sáez Castán.

       La ciudad no deja de existir si cerramos los ojos, pero sí se vuelve más grande y caótica si los abrimos más. Por esa razón, en El Chilangoscopio, el personaje principal es el ojo, abierto y curioso. La ciudad y sus personajes sólo son parte de una escenografía.

       Javier Sáez nos ofrece una visión extravagante de la ciudad, con edificios sobre edificios y parábolas visuales. Una sorpresa detrás de cada página, novecientas ilustraciones que se relacionan entre sí. Cada personaje conversa con el de al lado. Ninguno está en su sitio por azar. ¿Usted cree que falta alguno? Vea, y después vuelva a ver. “Ver para creer”. Este libro no es infinito, pero tampoco para ser visto de una sola vez. ¿Que el libro es caótico? Sólo intenta ser fiel a la ciudad que retrata.

       El libro también nos ofrece retos, ¿cuántos personajes, edificios o situaciones seremos capaces de reconocer? Empieza el recorrido con el origen de nuestra ciudad: el Águila devorando a la Serpiente sobre un nopal; luego, descendemos por una Torre Eiffel de esqueletos y nos encontramos con … la caseta del Valet Parking.

       Las siguientes páginas no son menos ingeniosas ni enmarañadas. Vemos el edificio del “pantalón” de Santa Fe bajo la cabeza de Juárez, la Basílica de Guadalupe tras las Torres de Satélite, y un gran tinaco Rotoplas en la azotea del Museo Soumaya. El tráfico empieza con los taxis (en orden cronológico), un triciclo tamalero que va en sentido contrario, y una familia que va de paseo de fin de semana al Ajusco. A esta familia la vemos en la siguiente página, viniendo de regreso, con un muñeco de nieve sobre el cofre del coche.

       Un ejército de Organilleros nos deleita, cada cual con su melodía, mientras el chiflido de un carrito camotero hace el coro, y el aire de una alcantarilla deja al descubierto “las posaderas” de Posada. El Virrey posa al lado de Mirrey, y presenciamos, angustiados, el momento previo de un magnicidio …

       Si usted, querido lector, es curioso, vaya corriendo con su librero de confianza y pida su ejemplar de El Chilangoscopio. Lleve la ciudad en su mochila, portafolio o bolsa de mandado. ¡Déjese sorprender y, de paso, búsquese en el libro … Nunca se sabe en qué momento se puede convertir uno en un personaje más de esta ciudad!

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Fotografías: Nabor.

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