Carlos Priego
Beggars of Life: A Hobo Autobiography se publicó por primera vez en Nueva York, Estados Unidos, en el año 1924, con el sello de la editorial Albert&Charles Boni. Desde entonces se ha convertido en uno de los libros más leídos en dicha nación. Con técnicas tomadas de la novela, al lado de la precisión que puede ofrecer la autobiografía y la agilidad de la crónica periodística, el escritor Jim Tully reconstruye ahí pasajes fundamentales de la historia del país en cuestión, en específico los concernientes a los primeros años del siglo XX, caracterizados por el auge de la construcción de vías de comunicación ferrocarrilera.
De estilo preciso y prosa sencilla, el texto nos lleva hasta las entrañas de la narrativa trotamunda, misma que tiene por intención describir los enigmas de la vida errante y de la migración, dando voz a las personas que vivieron de tren en tren: los vagabundos de principios del siglo XX. Aunque Tully presenta una visión matizada respecto a una amplia gama de temas socioeconómicos de Estados Unidos, no deja de arrojar una valoración crítica -a veces sutil y a veces despiadada-, sobre los considerandos de la sociedad del momento en torno al protagonista a que se alude: el vagabundo es un parásito que está lejos de ser admitido en el mundo de las personas “decentes”.
No obstante, semejante consideración no le impide buscar la vida, ni tampoco le incapacita para ser parte activa del supuesto desarrollo del mundo. Me atrevo a decir, incluso, que Tully aprovecha tal personaje para demostrar que hasta los miembros de las clases menos favorecidas tienen una voz disidente, un lenguaje mordaz con el que se oponen a todo aquel que los ataca y los condiciona.
En forma emotiva, el libro narra la historia de Jim, sujeto que a la edad de 12 años conoció y aceptó la influencia de un vagabundo, el cual logró seducirlo con los maravillosos relatos de la vida en los caminos. Por ende, el mozalbete decidió abandonar su hogar, con el propósito de conocer el mundo. Unas semanas después partió rumbo a Muncie, Indiana, en un tren de carga donde pagó su billete con trabajo, ayudando en la descarga de cajas. A partir de ese instante inició su vida errante, inmerso en múltiples oficios y afanes, sea en algún circo, sea en determinado cuadrilátero, sea incluso en el contrabando de alcohol. La cárcel, las prostitutas, el bajo mundo político y social, fueron elementos cotidianos en su periplo.
A casi una centuria de su publicación, el texto que nos ocupa guarda una vigencia extraordinaria, toda vez que nos permite viajar en el tiempo a través de historias entrecruzadas, a través de geografías espléndidas, pero también llenas de desencanto, de manera que los lectores no son meros observantes o testigos mudos, sino participantes directos en la emoción, en el sueño, en la ironía y en la desilusión por la vida de un hurgador de caminos.
Celebremos entonces que la editorial Jus acerque esta obra a los lectores en idioma español, impreso que circula desde 2017 con el título de Buscavidas: Recuerdos de un vagabundo.
Jus Ediciones